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Novela, los capítulos sonoros de una leyenda nipona

Japón ha sido desde siempre un verdadero oasis para la generación de corrientes musicales. Esto se explica por la calidad y el siempre elegante aporte estilístico de un país marcado a fuego por un alto grado de precisión y disciplina compositiva de sus músicos. Desde la psicodelia a los campos experimentales, pasando por el jazz rock y, principalmente, la delicada sonoridad sinfónica, el rock progresivo del sol naciente se ha ganado un sitial más que importante en la escena mundial.

Y si de exponentes se trata, uno de los más representativos y populares de esta selecta hornada es Novela, banda formada en estertores de los años 70’s y dotada de un portentoso sonido, especialmente en su etapa primaria, en donde generaron un estilo hard progresivo donde resaltaba de manera evidente el talento musical de dos distintivas personalidades: el tecladista Toshio Egawa y el multi-instrumentista Terutsugu Hirayama.

En abril de 1980, la banda puso sobre la mesa su carta de presentación a través del single “Magical Action!! / I’m Dandy”, editado por la disquera Nexus, el cual incluyó dos temas provistos de una estructura esencialmente rockera y un arte muy poco sugerente. Pese a la particularidad del lanzamiento, el lado A del sencillo evidenció en cierto modo el potencial de la banda, develando un hard rock melodioso con una marcada preeminencia de la voz de Hisakatsu Igarashi, aunque con una canción de complemento bastante disímil, como fue el caso de “I’m Dandy”, extraña pieza de power pop rock y bastante oreja compuesta por el bajista Yoshiro Takahashi en 1979.

Sin embargo, ese mismo año, la banda superó el raro experimento de su primer single y con una renovada formación de sexteto lanzó dos excelentes álbumes. El primero de ellos denominado “La Songerie”,  el cual marcaría un extraordinario debut para los músicos, ya que en este primer registro, que corresponde a grabaciones realizadas por la banda en septiembre de 1979. Cuesta encontrar una canción “floja”, muy por el contrario, cada una de ellas demuestran la potencia del grupo, en su afanada búsqueda de fusionar los tintes sinfónicos con un potente hard rock matizado con letras en su lengua madre, alcanzado en muchos casos los niveles bombásticos de la veta heavy prog que caracterizó su esencia.

El disco muestra además la potencia vocal de Igarashi, que se ajusta a la perfección con el estilo de la banda, así como los sabios aportes de Takahashi (bajo), Eijiro Akita (batería) y Mototsugu Yamane (guitarras).

La placa se inicia con “Illusion”, un tema que refleja la indiscutible veta heavy progresiva de la banda y que más tarde se convertiría en otro clásico de su repertorio, ensalzado con la maravillosas incrustaciones de mellotron a cargo de Egawa y un majestuoso trabajo en guitarras por parte de Hirayama.

Si bien el disco transita sin grandes sobresaltos, las composiciones invitan al deleite sonoro con una receta más bien sencilla y distintiva. Esto hasta que nos encontramos con el tema “Leticia”, el cual nuevamente nos traslada a los umbrales de la majestuosidad sinfónica progresiva, parajes donde el grupo parece sentirse plenamente cómodo.

No cabe duda que el hilo conducente de Egawa prosigue en “They Boyhood~The Cliff”, con su dualidad atmosférica primero y luego de tipo épica, reflejada en unas soberbias líneas de teclados y posterior solo de órgano Hammond, que rememoran la grandilocuencia setentera, al mejor estilo de Uriah Heep.

Para el final, la banda guardó la guinda de la torta con un tema sobrecogedor que le dio nombre al disco y en el cual quedan de manifiesto el apego del grupo, especialmente Egawa, al sonido clásico de Genesis o Yes. Vale decir, largos y emotivos fragmentos instrumentales, donde resaltan ineludiblemente las ambientaciones generadas por el sutil encanto del mellotron, piano y clavicordio, sumado a paisajes  barrocos y un nostálgico solo de guitarra final a cargo de Hirayama, que concluyen de manera brillante, en conjunto con la maestría de Egawa,  la tensión dramática sugerida a través de los diversos capítulos musicales de la obra.

Siempre en 1980, Novela lanzó lanzó también “In The Night”, en la misma línea que su LP predecesor, confirmando su apego evidente al rock progresivo y revelando sus innegables influencias neo clásicas, aunque con la dosis siempre presente de pesadez rockera y el ya reconocido timbre vocal de Igarashi, que parece emular a los mejores exponentes de la New Wave of British Heavy Metal.

“Novella in the Night” y “Farewell” son dos hits que marcan la diferencia de entrada, mientras que el lado B se inicia con la mini suite “Reminiscense”, pieza fundamental del disco, de corte sinfónico a la usanza inglesa, en donde se puede apreciar el talento y virtuosismo de Egawa, además del perfecto complemento de los demás músicos que van encausando una composición que no cabe duda representa uno de los “caballitos de batalla” de la banda.

La placa termina con las suaves cadencias de “Little Dreamer”, esta vez con la delicada voz de Catherine, invitada de manera especial a la grabación de la obra, quien despide el disco con una seráfica voz y un cándido “Good Night”.

En 1981, el grupo mantuvo el pie en el acelerador y editó “Paradise Lost”, su tercera entrega, la cual fu grabada del 2 al 15 de septiembre, bajo la producción ejecutiva de Motohiko Takawa y el ingeniero Hatsuro Takamani.

Si bien el disco cumple, desde el punto de vista de las expectativas de los fans, hay una lógica secuencia con sus predecesores, aunque con un par de quilates menos. No obstante ello, la banda también logró mejorar algunos aspectos como el sonido, lo cual contribuyó a la nitidez de las arremetidas recurrentes de los sintetizadores Korg y las afiladas guitarras Kasuga de Hirayama.

Ese mismo año, la banda editó también el EP “Requiem”, siempre bajo el alero de la disquera Nexus, en lo que se podría calificar como otro reencuentro con la veta sinfónico/progresiva, especialmente las primeras  composiciones divididas en dos partes y que le dan nombre al maxi.

Posteriormente, en 1982, llegaría el turno de “Sanctuary”, otro reconocido álbum del grupo, y que presenta una sincronía con la fórmula expresada en “Requiem”, es decir, más cercano al rock progresivo, y con la novedad de cambios importantes en la formación, con los ingresos del bajista Ryuji Sachi y de Ryuichi Nishida, el nuevo baterista.

La mayoría de las composiciones estuvieron a cargo de Hirayama, excepto la evocativa “To the Wings”,  tema que abre el lado 2 del disco y que fue escrito por Egawa, en lo que sin duda es el reflejo más sincero de la banda hacia el fértil campo del sinfonismo.

El álbum alcanza un alto nivel desde todo punto de vista, siendo quizás un de los registros más emblemáticos de Novela, lo cual se explica por la calidad de piezas como  “Dream The Paint”, “Through the Forest” y “The Dawn Of” (todo un clásico de la banda), las que redondean un disco empapado de emoción, lirismo y ensoñación, en la mejor tradición genesiana.

Tras el éxito de “Sanctuary” y la edición de un nuevo EP de cuatro temas llamado “Secret Love”, la banda editó en 1983  la primera parte del álbum “Harmagedon  Story”, inspirado en la obra del caricaturista Mineko Yamada, esta vez bajo etiqueta Starchild, subsello de King Records orientado a música de películas y animaciones japonesas.

Se trata de un trabajo bastante variado que comienza con una gran composición como el caso de “Dream Trip”, en la línea típica de Novela, pasando por otros más pausados como “Yuku No Inochi” dominados por el piano encantador y los sintetizadores de Egawa, aunque con un matiz bastante relevante como fue la disminución en un par de tonos en la voz de Igarashi y la existencia de largos desarrollos instrumentales, elementos que brindan los respiros necesarios para conformar un disco realmente encantador.

“Kuon No Isuwara”, “Fuyutoshi Nishi Nº 22”, “Soma No Senshi”, “Shirase Soshite Saisyusenso” y “Mugen-Densetsu” (que perfectamente pudo ser el tema central de cualquier afamada serie animé de la época) alcanzan los puntos altos de un disco que elevó nuevamente el prestigio de la banda. En definitiva, un álbum pleno de principio a fin.

Su sucesor de 1984 corresponde al segundo capítulo de la obra que, por cierto, posee un hermoso arte, incluyendo un póster de regalo en su edición original en LP. Acá vuelven a destacar las ambientaciones de Egawa y sus diálogos asertivos con Hirayama, receta que obedece a la continuidad lógica de la línea musical expresada en “Harmagedon Story”, desde la maravillosa “Kioku No Kanata Ni”, “Ankoku No Majo” (bruja oscura) o la subliminal “Kokoro, Sumashite”, pieza que transporta ineludiblemente a un mundo fantástico dominado por las creaciones del reconocido binomio nipón.

Tras la edición de estos dos álbumes conceptuales, Novela lanzó también en 1984 el muy buen disco en vivo “From The Mystic World”, grabado en febrero de ese mismo año en el Kosei Nenkin Hall de Osaka y en el Nakano Sun Plaza de Tokio.

La obra incluyó 15 temas de sus diversos álbumes, y en cierto modo marcó el epílogo de su etapa más fructífera e interesante. Esto porque tras editar el maxi “Exiting Mini”, también en 1984, la banda entraría a un sendero bastante superfluo, desde el punto de vista musical, lo cual quedó de manifiesto en el álbum de 1985 “Brain of Balance”.

Ya sin Egawa (que a esas alturas daba rienda suelta a su frenesí compositivo con Gerard), reemplazado por Yousi Okamoto, ni tampoco con Igarashi en la formación (que recién había grabado su disco en solitario “Puzzle” y posteriormente optaría por sumarse a las filas de Scheherazade), el grupo incorporó al nuevo vocalista Atsushi Miyamoto, con quienes dieron vida a un disco no satisfizo para nada a la crítica especializada, dado que el registro difiere a raudales de la sólida expresión rockero progresiva de su primera etapa.

Efectivamente, la banda dio un brusco giro a su espíritu, quitando fuerza a sus notas y mas bien apostando por un coqueteo evidente hacia los sonidos de moda de la época surgidos desde la New Wave. Lamentablemente, no hay mucho más que decir sobre este disco.

En 1986, la banda puso en el mercado su último disco en estudio llamado “The Words”, que al igual que su predecesor resultó carente de magia. Ciertamente los tiempos eran otros y la luz de aquella banda que años antes colmaba de fulgor terminó lentamente por apagarse.

Terutsugu Hirayama, el otro émbolo de la banda, finalmente concentró su energía en sus exploraciones progresivas con Teru’s Symphonia. La suerte del grupo fue sellada, marcando el ocaso de la historia para una banda trascendental del rock japonés, aunque hay que señalar que de vez en cuando es posible verlos con su formación original, mostrando lo mejor de su repertorio en apariciones especiales o celebraciones de aniversario, lo cual trae consigo la esperanza de acceder a un nuevo capítulo de esta atrayente historia.

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