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Las misteriosas piedras de Quinquibueno y El Quillay.

Quinquibueno es un tranquilo sector de Hualqui ubicado a un poco más de 30 kilómetros del núcleo urbano de la comuna, en el límite con la vecina Yumbel.

La localidad, enclavada entre cerros y quebradas, posee una agricultura básica de subsistencia, además de algunas de expresiones de desarrollo productivo como apicultura y producción de leña para calefacción de hogares.

El imaginario colectivo de la zona es rico y variado, destacando notables historias y leyendas que lo hacen resaltar en el abanico de cultura local hualquina. Pero además, esconde otros secretos, como es el caso de extrañas formaciones rocosas de las que se han aventurado notables interpretaciones.

Una de ellas es el “Auto de Piedra”, ubicado al costado de un camino semi enterrado por las hojas de los boldos que lo rodean. Se trata de una curiosa formación rocosa de unos 4 metros de longitud que, aplicando su cuota necesaria de imaginación, asimila perfectamente la figura de un vehículo.

Dichas conjeturas quizás no resulten tan extrañas, ya que no muy lejos de allí, en Chillancito, se ha esgrimido la teoría que aquel sector sería el último jalón inca, dada la presencia de otra extraña piedra en forma de costilla humana, la que probablemente habría sido un sitio ceremonial.

La “Piedra del Diablo”

Otra misteriosa roca labrada con ciertas formas antropomórficas es la llamada “Pata del Diablo” ubicada en el sector  “El Quillay”, muy cerca de la frontera con la comuna con la vecina localidad de Rere y no tan lejos lejos de su par de Quinquibueno.

La piedra, de imponente magnitud, se encuentra en medio de un predio forestal y junto a un riachuelo que desemboca en el río Gomero.

En la superficie de la roca se puede apreciar la figura de varias “huellas” de distintos tamaños, que según los lugareños reflejan los pasos del “maligno”. De hecho, según la tradición oral, es un secreto a voces que más de una vez la maciza piedra ha sido visitada por silenciosos caminantes que acuden a ella para solicitar favores de diverso tipo a esta oscura entidad.

Más allá de las teorías, los vecinos del sector se muestran orgullosos de su tierra y de sus extrañas piedras. Incluso más de algunos señalan que el caminar cerca de ellas inspira un aire de respeto y prudencia. No pocos optan también por evitar algún encuentro con ellas o con sus historias, especialmente cuando los pilla la noche.

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