La vida de Vlad Draculea (Vlad Tepes) está llena de mitos y leyendas. Si bien es ampliamente reconocido por su fama de empalador y feroz guerrero, además de su decida lucha para frenar el expansionismo otomano que amenazaba Europa en el siglo XV, el príncipe de Valaquia y héroe nacional de Rumania, fue también inmortalizado por la estampa de Drácula, personaje creado por el escritor irlandés Bram Stoker, quien se inspiró justamente en la figura de Tepes para crear al siniestro conde vampiro que aterrorizaría años más tarde a muchas generaciones.

Uno de los mitos sobre Vlad Tepes radica justamente en la verdadera morada del “Empalador”. Esto porque a raíz del influjo del turismo, muchas personas asocian el Castillo de Bran como el hogar de Tepes. Sin embargo, la verdadera fortaleza donde residió este príncipe guerrero se encuentra en Poenari, próximo a las montañas de Făgăraş, en el corazón de los Cárpatos y a más de 800 metros de altura.

El Castillo de Poenari es un reducto prácticamente inexpugnable construido en el siglo XIII y reconstruido por Vlad Tepes en el siglo XV, con la finalidad de convertirse en un bastión defensivo frente a los incesantes ataques del imperio otomano.

La historia cuenta que Poenari fue reconstruida como parte de su venganza contra los boyardos (nobles eslavos) que traicionaron a su familia. Tepes, para erguir la ciudadela nuevamente, sometió a sus enemigos obligándoles a trabajar día y noche en la reconstrucción de la fortaleza hasta la fatiga total e incluso la muerte de muchos de ellos en la propia montaña.