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Ojo de Horus, cuando se alinean los planetas

Ojo de Horus es una banda seminal del rock chileno. No es menor el hecho que este proyecto terminaría siendo la génesis de otras importantes agrupaciones que luego conformarían la trinchera nacional en los tumultuosos años 80’s. Esa fue la principal motivación para convencer a mi gran amigo Juan Ricardo Weiler de resucitar este proyecto. Y lo que parecía una inocente quijotada terminó siendo una obra genial y delirante. He aquí algunos fragmentos de su historia:

En el año 1982, Juan Ricardo Weiler, junto a Rodrigo Ibieta, Mauricio Olivares y Ángel Parra formaron Ojo de Horus. El inicio de este proyecto se explica por los constantes experimentos musicales que el propio Weiler había iniciado un par de años antes en el ámbito del rock progresivo, jazz rock y los sonidos experimentales.

En seguida, vino una etapa de difusión, tocando en diversos recitales escolares y universitarios de Santiago. Eran también los incipientes pasos del jazz rock en Chile. Junto a Evolución, Quilín y Bandhada, se reunían en el mítico pub “El Jardín” de Ñuñoa, en noches interminables de tertulia musical y desenfreno creativo. Esta música quedó plasmada en una grabación casera de un ensayo, material de muy difícil obtención actualmente.

En 1983, Ojo de Horus adoptaría una nueva formación. Esta vez con Rodrigo Aboitiz, Igor Rodríguez, Boris Sazunic, Juan Ricardo Weiler y Patricio Aravena, quienes continuaron el estilo establecido en sus inicios. Éste sería el line up que alcanzó a grabar en el locutorio de Estudios Filmocentro, en directo y bajo la modalidad de 2-tracks, un lejano 17 de mayo de 1984.

El resultado de este trabajo fue un cassette de siete composiciones, sin edición formal y que tentativamente se llamó “Hijos de los Cazadores”. Al año siguiente, Weiler, Aboitiz, Rodríguez y Sazunic, alentados por el productor nacional Carlos Fonseca, darían vida al mítico y reconocido grupo nacional Aparato Raro. La idea era explorar el mundo de los sonidos electrónicos, a la usanza inglesa de la New Wave, lo cual permitiría generar más audiencia.

Esta nueva configuración significaría el epílogo musical como Ojo de Horus, al menos en su primera etapa.

Vuelta a la vida

Este tiempo de silencio duraría más de tres décadas. Sin embargo, en el año 2020 sucedería algo extraordinario, explicado tal vez por las propias circunstancias del momento. En plena crisis sanitaria mundial, muchos artistas y músicos optaron por la reinvención. Weiler fue uno de ellos.

El músico e ingeniero de sonido, tras una conversación con el productor discográfico del sello Mylodon Records, Juan Barrenechea, decidió traer nuevamente a la vida a Ojo de Horus. El proceso de construcción de este desafío musical se concibió desde su estudio Tarkus, en Algarrobo.

Con una renovada y portentosa formación, el proyecto se concretó a través de la edición de una placa homónima que permitió reunir a antiguos miembros de la banda con músicos amigos del baterista, quienes materializarían esta segunda etapa de la agrupación.

“Surgió la idea de hacer un disco en que participaran muchos de mis amigos músicos con quienes he compartido años de amistad, escenarios y estudios de grabación.  Ya tenía algunas bases grabadas hace un tiempo, que sirvieron para dar inicio a esta aventura. Varios de estos amigos participaron en Ojo de Horus, por lo tanto y como en esa época dejé inconcluso ese trabajo, decidí darle curso”, explica Weiler.

Las posibilidades que brinda la tecnología hicieron el resto. Es así como se sumaron Rodrigo Ibieta (integrante original), quien grabó teclados en su estudio personal de Arizona, USA; John Clark, ex guitarrista de Evolución, quien estampó sus cuerdas desde Canadá; Pedro Muñoz, director y tecladista de Evolución; el bajista Jorge Herrera, ex Evolución;  Alonso Romero (Aly), quien aportó arreglos de guitarra desde León, México; Fernando González, guitarrista de Evolución; Fernando Islas, bajista de Evolución; más los miembros de SETI/Taurus, Claudio Momberg (teclados) y José Luis Ramos (bajo).

Así, nació esta obra llamada “Ojo de Horus” que, tal como lo define su nombre, refleja un símbolo de características mágicas, protectoras, purificadoras y sanadoras: un símbolo solar que encarna el orden, lo imperturbado, el estado perfecto de las cosas.

La producción ejecutiva del disco quedó a cargo de Juan Barrenechea H. para el sello Mylodon Records, mientras que el arte fue concebido por el diseñador Andrés Oreña, quien ya había expresado su talento en otras obras de la casa discográfica penquista, como Evolución, La Banda del Gnomo, Bandhada y Entrance , entre otros.

El disco puede ser adquirido a través del sello en un hermoso digipack de colección, no descartándose una futura edición en vinilo.