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Relatos del cerro La Cruz

El Cerro Alto o La Cruz es una de las colinas más pronunciadas de Hualqui. Ubicado en las cercanías de la localidad de Ateuco, el lugar es también conocido por el “aura misteriosa” que genera su elevada figura y las características propias de su formación geológica, lo cual ha generado innumerables relatos en las personas que a diario transitan por sus intrincados senderos, que van desde la presencia de ciertos ruidos extraños e indefinidos, cambios abruptos de temperatura en sus diversos sectores, avistamientos de ovnis e incluso la creencia de ser un lugar “energizado” por fuerzas oscuras debido a los aquelarres de brujas que según algunos vecinos del sector allí se realizaban.

Más allá de estos pintorescos adobos generados por la tradición oral, el Cerro La Cruz posee, efectivamente, ciertas particularidades que lo hacen muy atractivo para la aventura, principalmente en lo que se refiere a la existencia de algunas cavidades rocosas en el sector. Una de ellos es la llamada “Cueva de la Zorra”, ubicada en la parte superior del cerro (actualmente semi derrumbada) y paraje inevitable para las personas que transitan por el lugar, de la cual también se han narrado numerosas leyendas.

Los lugareños cuentan la historia de un campesino que regresaba tarde de sus faenas, cuando en los caminos adyacentes se encontró con una mujer desconocida con la cual entabló un prolongado diálogo mientras caminaban bajo la luz de la luna. Lo asombroso del relato es que tras un tiempo de recorrido, el campesino perdió la noción del tiempo y apareció al otro día en la entrada de la “Cueva de la Zorra”, sin recordar absolutamente nada de lo sucedido, presentando eso sí una extraña coloración en su rostro y manos, probablemente emanadas de un tipo hierba, las cuales se encontraban a un costado de su cuerpo.

Reticentes o no a creer este tipo de narraciones, los habitantes del sector se toman su tiempo al momento de hablar de estos senderos, optando siempre por la cautela y en muchos casos optan el escepticismo. Sin embargo, reconocen también que generalmente evitan transitar de noche por esos senderos y, particularmente, cuando el paso por la “Cueva de la Zorra” resulta ineludible, la mirada de reojo está siempre presente, por si las dudas.