Para la mayoría de las personas, la ciudad de Tacna evoca una posibilidad cierta de caer en el consumismo desenfrenado debido a la verdadera avalancha de opciones que irremediablemente desfilan ante los ojos. Es verdad, la tentación es grande y tarde o temprano se sucumbe ante el deseo comprimido de adquirir prendas y mercancías a precios que para el común de los chilenos resulta irresistible.

Pero Tacna, no es sólo un carrito de compras. Junto la reconocida fama de las ferias, Lima, Bolognesi, Polvos Rosados, Boliviana, la ciudad posee varios atractivos que la hacen un lugar lleno de encanto y seducción. Tal es el caso de su hermosa catedral, proyectada por la casa Eifel de Paris y que estuvo inclusa más de 50 años; su Teatro Municipal, construido en 1870; la Casa de la Cultura, cuya creación data de 1957 y que actualmente acoge al la Biblioteca, con más de 12 mil volúmenes, el Departamento de Actividades Culturales y el Museo Histórico, que exhibe documentos de gran valor de las culturas Nazca, Chimú, Mochica, entre otras.

También resulta muy interesante visitar lugares turísticos cercanos a Tacna como el balneario de Boca del Río; los baños termales de Calienes; la Cueva de Toquepala, donde se encuentran pinturas rupestres en base a pigmentos minerales con grasa que evidencian la presencia del hombre hace 10 mil años; además de localidades pintorescas como Pachia, Lucumba, Calana, Sama Grande y Candarave.

Esta suma de elementos fue que los nos motivo a trasladarnos hasta este acogedor emplazamiento del sur peruano, conocida como la “Ciudad Histórica”, que durante una semana nos recibió con mucho cariño, rasgo que define a los tacneños, sobretodo en lo que se refiere a la relación con los chilenos.

En definitiva, Tacna es una ciudad encantadora, muy alejada del estereotipo comercial que la precede. Sin duda, un destino para disfrutar en familia y que reúnes tres importantes condiciones para el turista: bueno, bonito y barato.