El rótulo de “Ciudad de la eterna primavera” define perfectamente lo que es Arica. Una ciudad encantadora, de clima benigno y amigable con el visitante.

Lejos de la sensación de aridez producida por su entorno, Arica se me hizo una ciudad activa, con miles de vericuetos en donde se mezcla la historia y la cultura local nortina. Ni hablar del imponente  morro y su hermoso museo,  expedición que necesariamente se debe hacer a pie, rememorando la sacrificada campaña realizada por los soldados chilenos en 1880.

De hecho, la caminata resulta muy novedosa, ya que en el ascenso se pueden visitar varios hitos históricos, además de la posibilidad de obtener hermosas postales de la ciudad.

Mi primer encuentro con Arica se enmarcó en una capacitación para la “fiscalización a la gestión municipal”, experiencia enriquecedora que sin duda me permitirá fortalecer mis conocimientos respecto a esta importante función del Concejo.