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Los misterios de La Rumorosa de Baja California

Cuando te enfrentas a lugares como La Rumorosa en Baja California, es imposible abstraerse del impacto que este genera, tanto en lo visual como en lo sensitivo.

Dos cosas llaman de inmediato la atención al internarse por este territorio rocoso ubicado entre Tijuana y Mexicali. Por un lado, la sinuosidad de la carretera y su escarpado entorno, y por otro, la impresionante cantidad de vehículos accidentados que, dado las características geográficas del lugar, quedan abandonados en el fondo de las quebradas como testigos silentes de la reciedumbre del terreno y la extrema peligrosidad de su trazado.

La Rumorosa, denominada así por el fuerte viento reinante en el lugar, pertenece al municipio de Tecate y su nombre se asocia inexorablemente a un tramo de la carretera de curvas pronunciadas que cruza la Sierra de Juárez, en la península de Baja California, considerada como una de las más peligrosas de México.

En el poblado del mismo nombre, cercano a la ruta,  se encuentra ubicado la zona arqueológica “El Vallecito”, en donde se pueden apreciar un conjunto de pinturas rupestres que corresponden a la herencia prehispánica de Baja California, entre las que cuales destacan algunos conjuntos como “ El Hombre Enraizado”, “La Cueva del Indio” y “El Diablito”,  esta última, correspondiente a una composición que reproduce el fenómeno astronómico del solsticio de invierno realizada por un pueblo seminómada local llamado “Kumiai”, quienes plasmaron diversos aspectos de su vida y cosmovisión en estas imágenes.

Las pinturas rupestres existentes en El Vallecito abarcan un circuito de dos kilómetros y se estiman que fueron pintadas hace más de 500 años,  aunque se cree que la incursión de los primeros grupos en el sector data del periodo de la prehistoria tardía, hace mil 500 años.

Pero este cordón montañoso de clima agreste esconde además muchos otros secretos y misterios, así como una serie de leyendas que hablan de fantasmas, avistamientos de Ovnis y presencia de espíritus inquietos deambulan por los cerros rocosos que flanquean la carretera.

Sin embargo, una de las historias más llamativas corresponde a una narración más bien terrenal, como es el caso de la misteriosa “Casa de Piedra”, uno de los sitios turísticos más visitados de la región, y de la cual se ha tejido más de alguna leyenda.

Desde el mito de ser un punto de encuentro del cartel de “Los Arellano” hasta narraciones que hablan de que dicha construcción correspondería a la época en donde en Estados Unidos se impuso la “Ley Seca”, floreciendo los espacios clandestinos en lugares alejados, reservados solo para la “elite”.

Lo cierto es que la casa, construida en pleno cerro y aprovechando el relieve propio del lugar, correspondería a un exótico proyecto del ingeniero Manuel Ramírez Vásquez, quien edificó el inmueble para contar con un recinto de descanso cuando llegó a trabajar para el distrito de riego de Baja California, a fines de los años 50 (probablemente en 1958).

La Rumorosa es mundialmente reconocida también como el punto de entrada a una de las “Rutas de la Muerte” de inmigrantes que intentan cruzar ilegalmente la frontera con Estados Unidos.

Es en intrincados senderos de esta ruta montañosa en donde cientos de  indocumentados que buscan “el sueño americano” arriesgan sus vidas cada semana, siguiendo un trazado sin garantía de éxito, a merced del clima, la geografía y la fauna del lugar, además de grupos criminales y de los propios “polleros”, una suerte de guías locales que en no pocos casos, simplemente abandonan a los viajeros a su suerte.

Como corolario de esta aura misteriosa, La Rumorosa es además un reconocido corredor de la droga, lo cual queda en evidencia en películas como ”Licensed to Kill” (Con Licencia para Matar), perteneciente a la serie James Bond, dirigida por John Glen y con locaciones grabadas en la propia Rumorosa, donde un capo internacional de la droga intenta cruzar con su cargamento por Baja California.

Más allá del enigmático rótulo, este inexpugnable lugar atiborrado de caprichosas formaciones rocosas parece extraído de una película de ciencia ficción. Acá comulgan la sutil belleza de añosas esculturas naturales que se funden con impactantes paisajes generados del coqueteo de la sierra con el desierto.

 

(* En febrero de 2002, tuve mi primer encuentro con La Rumorosa, luego vendrían otros tres. En cada uno de ellos la sensación era la misma: una extraña mezcla entre miedo y admiración.  JBH)

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