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Hualqui en la historiografía de Chile

En 1847, Candelaria Valenzuela, “pobre de solemnidad”, solicitó la devolución de su hija Justa Vallejos. Solicitud transcrita casi in extenso, en atención a la amplitud del drama humano que describe y su riqueza informativa.

“…digo: que soy una mujer anciana y viuda… y quedé con cuatro hijas, y de ellas han finalizado dos, quedando dos a mi cargo; una es enferma de un mal que llaman ora, y la otra tuvo una desgracia de haber tenido amistad con un hombre casado; en un tiempo, y por este motivo, fue despatriada por el señor Gobernador de Santa Juana para este lado del Bío-Bío a casa de un tal don Marcelo Oliva, ganando 4 reales por cada un mes, y a sus dos niños le dieron amo. Por esto se presentó el padre de ellos a la Intendencia.

La Intendencia tuvo a bien mandar que… se entregasen los niños a su padre, y al mismo tiempo que mi legítima hija… se me entregue a mí. Más no se ha verificado hasta hoy, pues hacen 3 para 4 años de esclavitud: la pusieron en depósito en Hualqui y por último la llevaron a Santa Juana, en casa de don Fermín Sanhueza, sirviendo lo más a mérito y aun usando de su cuerpo por la fuerza… se quejó al Gobernador y no la atendió en justicia; de allí la puso en casa del yerno de Sanhueza, Pedro Neira, en donde actualmente se hay de obejera, un año y cuatro meses sirviendo a lo mérito… Lo mismo han hecho de quitarme a mi nietecito José Vallejos, de edad de 16 años, y lo dieron sin término de esclavitud… ahora estoy sola y enferma, que apenas he podido llegar al Juzgado… que se me entregue a mi legítima hija y mi nietecito, para que me sostengan y acompañen… tienen su casa a donde irse, sus cabecitas de ganado por su ausencia y yo no puedo cuidarlas…”*

*Salazar, Gabriel. Labradores, Peones y Proletarios. Ediciones LOM. 2000.

Requerido, el Gobernador de Lautaro declaró que el no había querido dejar impune “un escándalo público como el que vivía y actualmente vive la pretérita Candelaria Valenzuela”, porque esta cohabitaba con un hombre casado. Y continúo: “Ud. Puede imaginar cuan falsas son las suposiciones que alude en su memorial, de las cuales debe hacerse un desprecio en virtud de los puestos”. Lo expuesto no era otra cosa que la vida privada de Candelaria. Pero el Intendente juzgó que eso era mérito suficiente, y resolvió: “con lo informado por el Gobernador de Lautaro no ha lugar (a la petición de Candelaria) y archívese, agregándose el papel sellado competente”

Un año después, una “india legítima de la pampa de Buenos Aires, cautiva, que he sido desde muchos años y por último estoy libre”, Mauricio Soriano, solicitó que le devolvieran “la única hijita que me queda”, Emilia Ibieta. Mauricia dijo que se hallaba viviendo con su madre en el pueblo de Hualqui. Que su hijita “de edad de 3 para 4 años” se la había quitado el Inspector don Ignacio Sanhueza, el que “la ha dado” al Subdelegado don Ramón Sosa, “quien le ha dado una mala vida”. Mauricio reclamó que ella no merecía ese trato, puesto que vivía “al lado de su madre, trabajando para mantener sus hijos”. Convocado, el Inspector Sanhueza explicó lo siguiente:

“… se me ha ordenado a mí y los demás de mi clase procedamos a hacer indagaciones sobre todas aquellas mujeres vagas que viven en nuestro distrito sin tener de qué subsistir; principalmente, aquella que se encuentran públicamente en ilícita amistad y cargada de hijos ilegítimos, para a cada una casa de respeto para que sirvan… el subdelegado… ordena que los hijos de aquellas mujeres de la clase a que me refiero se pongan en depósito en casas de personas de consecuencia… la reclamante… nunca ha sido casada, pues la crió don Juan Ibieta, el que la arrojó de su casa por el mal método de vida que se condujo resultando con un hijo. Desde entonces andando ambulante, y hasta la fecha… sin el menor amparo ni asilo, de donde ha resultado otro hijo el que actualmente cría, por cuya razón no ha podido parar en ninguna casa de las muchas donde ha servido…”**

** Ibídem, 295.

Durante los años dela Independencia, asciende al poder político la clase terrateniente nacional, este conglomerado social, que ya tenía el poder económico y la cultura, desaloja al colonialismo de la administración pública e instaura su propio gobierno sin alterar sus bases de sustentación ni sus relaciones laborales con el bajo pueblo. Es más, todo se concreta con el “nuevo plan de ordenamiento” ideado por Portales, y llevado al papel en la Constitución de 1833.

Lecturas recomendadas:

Salazar, Gabriel. Ser Niño “huacho” en la historia de Chile (siglo XIX), ediciones LOM, 2006.

Salazar, Gabriel. Labradores, Peones y Proletarios. Ediciones LOM. 2000.

Ramírez Necochea, Hernán, Historia del Movimiento Obrero en Chile, Volumen I, Balmaceda yla Contrarrevoluciónde 1891, LOM Ediciones, 2007.

Illanes, María A., La revolución solidaria. Las sociedades de Socorros Mutuos de Artesanos y Obreros: un proyecto popular democrático, (1840-1910), Santiago, ediciones LOM.

Pinto, Julio. Trabajo y rebeldías en la pampa salitrera. El ciclo del salitre y la reconfiguración de las identidades populares (1850-1900), Santiago, Editorial, Universidad de Santiago, 1998.

Grez Toso, Sergio, De la “regeneración del pueblo” a la huelga general. Génesis y evolución histórica del movimiento popular en Chile (1810-1910), Santiago, DIBAM-Red Internacional del libro, 1998.

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