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Hermanos separados hace 40 años se reencontraron en Hualqui

La historia de Fidel Cid Cid ha estado siempre marcada por el coraje y el esfuerzo. Trabajador  de aserradero y conocido entre sus amigos como “Méndez”, llegó a Hualqui hace 27 años procedente de Ñipas.

No muchas personas conocen detalles de la vida de este esforzado obrero de recia mirada y marcados rasgos de imperturbabilidad. Esto porque detrás de aquella figura de hombre fuerte forjado entre palos y huinchas de aserradero, se esconde una historia de profunda soledad y sufrimiento.

Por esas cosas de la vida, el destino lo separó  a temprana edad de sus seis hermanos, cuando su familia residía en la localidad de Paraguay, cerca de Salto del Laja. Sin rumbo fijo, “Méndez”, hoy de 63 años, se desempeñó en diversos trabajos y “pololos”, hasta recalar en Hualqui en 1985.

Confinado sólo a los recuerdos, Cid nunca pudo contactar a su familia. En cierto modo, había decidido cerrar la página y afrontar estoicamente su aislamiento, situación que se prolongó hasta septiembre de este año, cuando por gestión de Carabineros, a través del trabajo del sargento primero Yerko Bignami, la institución uniformada realizó intensas gestiones para ubicar a sus hermanos.

“Me impactó ver a este hombre siempre solo. Un día pregunté si tenía familia y me dijeron que al parecer tenía hermanas y hermanos, pero nunca había podido ubicarlos”, recordó el suboficial

Mediante el trabajo en conjunto de sus pares y accediendo al sistema de información de Carabineros, Bignami logró ubicar en Santiago en septiembre de este año a Venerardo Quezada Cid (60), hermano de Fidel y, gracias a esa gestión, encontrar también a Enrique y Pablo (de 55 y 52 años, respectivamente), quienes se mostraron sorprendidos por la noticia.

Rápidamente se organizó una reunión de encuentro, la cual se concretó en el aserradero “Campo Santo”, lugar donde desde hace años trabaja Fidel.

“Nosotros siempre pensamos que estaba muerto. Ya habíamos asumido su partida. Hace 40 años que no sabíamos nada de él, por lo que cuando nos contactaron decidimos de inmediato trasladarnos hasta Hualqui para volver a estrechar las manos de nuestro hermano”, comentó emocionado Venerando, mientras se acercaba al lugar del encuentro.

Suspiros profundos y miradas acuciosas fueron el preámbulo de la esperada cita. Poco tiempo bastó para los cuatro hermanos se reconocieran y pudieran estrechar sus manos nuevamente, tras cuatro décadas de ausencia.

“Estoy feliz. Yo me acordaba de todos sus nombres, pero nunca pensé volver a ver a mis hermanos nuevamente”, sollozó “Méndez”, mientras abrazaba a su familia en medio de las lágrimas y la emoción.

Aquel hombre de mirada furtiva, recobró su energía vital y la alegría de vivir. Tanto así en pocos minutos, preparó un disco de carne y agasajó a sus familiares con un almuerzo campestre preparado con sus propias manos.

La familia concordó en recobrar el tiempo perdido. Venerardo ya piensa en regresar a Monte Aguila para compartir más tiempo con sus seres queridos, en especial, con aquel hermano que volvió de la oscuridad para confirmar que a pesar de los sinsabores que se pudieran generar en algún momento de la vida, siempre existirá el espacio para la esperanza y la generosidad.

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