Hoy vemos con bastante preocupación que la miopía continúa en diversas expresiones: por un lado persisten los personalismos exacerbados, la falta de empatía, los silencios cómplices para no quedar mal con nadie y quizás, el peor de todos, la falta de comprensión real de la raíz de esta crisis social.

Mi intención no es ser otro illuminati más que se cree dueño de la verdad absoluta, ni tampoco pretendo caer en el oportunismo político fácil, pero como se trata de construir, y en virtud que esta crisis pueda de igual modo generar oportunidades, me permito plantear una reflexión:

Este movimiento social debería llevar a quienes ostentan hoy cargos de representación popular (me incluyo) a revaluar los énfasis y las prioridades de cada territorio, ya sea en materia de inversión local, iniciativas o programas, además de los propios instrumentos de gestión, como es el caso de los presupuestos, procurando que las actuaciones tengan absoluta relación con las necesidades reales de las comunas, tomando conciencia verdadera del rol de cada cual y con la altura de miras del caso.

Por cierto, hago también mi autocrítica respectiva. Chile Cambió. Y esta es una verdad que debemos entender y practicar también en nuestra casa.