En mis correrías por Curarrehue me encontré con este poema. No es de mi autoría, lo aclaro de inmediato. Solo quise replicarlo dada su emotiva belleza:
Yo soy la raíz y la memoria
pero mi nombre es “mañana”
Conozco los refugios de la soledad
Y también el abandono constante
Pero invoco a los Dioses
para que defiendan mi tierra,
sus grandes aguas luminosas
sus auroras intactas
y el mensaje de sus aguas patrimoniales.
El suelo que sustenta todo
conserva ecos de remota andanza
que reviven en humildes afanes.
En mi rostro hay caminos
de tiempo amargo;
pero mi entraña es el fuego
y en mi corazón duerme una lanza.
Creo en la tierra
Creo en mis creencias
Creo en mí.
Cada vez que amanece
la tierra me regala un talisman
que me ilumina siempre.
Convivo con la lluvia,
me cobijo en la montaña,
vuelvo a sembrar la fe
y a jugar con el porvenir.
Mi escudo es la verdad,
por eso pido que el resplandor de la justicia
ilumine mi pueblo
y le devuelva su antigua resonancia.
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